martes, 1 de noviembre de 2011

¿Cómo le pides de salir a una chica con la que no irías en el patio?

" El hecho de escribir sobre mí mismo en primera persona me había obligado a contenerme, haciéndome invisible, impidiéndome encontrar lo que andaba buscando. Me hacía falta distanciarme, dar un paso atrás y crear un espacio entre mí mismo y el tema (que no era sino mi propia persona), así que volví al principio de la Segunda Parte y empecé a escribirla en tercera persona. "Yo"se convirtió en "Él".   Paul Auster, Invisible



El niño volvió a entrar en su habitación. Las paredes seguían con el gotelé y el mismo tono blanco horroroso de hacía años. El niño empezó a hablarle otra vez. Ella solo sabía que se había tomado un café, que tenía que acabar ya un resumen y que el niño no se callaba. No quería ser desagradable con él, pero es que se estaba tornando harto-cansino. <<¿Qué pretendes?>> pensó <<Sólo tiene trece años>>. Se reprendió mentalmente por no escuchar o no querer hacerlo. El chico estaba creciendo y necesitaba más referencia familiar que la de su padre y su madre.
Él hablaba, y ella trataba de contestarle. Había dado ya por vencido el plazo de resumir el libro por aquella mañana. La miraba de forma siempre interrogante por debajo de aquellas pecas, las gafas y aquel bigotillo incipiente que tenía por encima de su labio superior. ¡Qué inocencia, dios mío!, pensaba ella.
-Tata.
-Dime- le contestó por enésima vez.
-¿Crees que tengo edad para quedar con mis amigos?- le preguntó
Ella recordaba que a su edad era cuando empezó a quedar, pero por las tardes, sin exagerar. No quedaban en el wok para cenar. Aún no le habían dado las llaves, pero su madre hizo para que tuviese móvil.
Ella solo sabía que no quería enfrentarlo con sus padres y que al final, él tendría que ceder a lo que éstos dijeran.
-Pero, tata...-replicó él- mis amigos no fuman, no beben, no se drogan...
Otras veces simplemente se trataba de chicas. Nadie le pedía de salir a esa niña tan mona de su clase, en cambio se dejaba manosear por todos con esa sonrisa tonta de "quieren manosearme". El niño estaba convencido de pedirle salir a esa otra que antes le gustaba a su amigo. Estaba convencido de que tenía que intentarlo. Eso por una parte, le llenó de orgullo. Quería arriesgarse, igual conseguía su propósito. Pero por otra, le recordaba que a ella nunca le había salido bien. Ella también había ido a por lo que quería en un pasado, y le había salido mal. <<Pero él es un chico>>, pensó. ¡Qué mal! A las chicas independientes y seguras de sus posibilidades, la fortuna se les revertía, en cambio , pocos chicos que habían ido a pedirles de salir a las que les gustaban, habían obtenido calabazas.
-Quiero pedirle de salir a Valeria.
-¿Sabes si le gustas?- le preguntó extrañada.
-No, por eso le pregunto- replicó convencido.
-¿ Y no deberías asegurarte antes?- insistió ella.
-¿ Y cómo me aseguro?- preguntó interesado.
- Acercándote a ella. ¿Sabes quiénes son sus amigas?
-Sí, Andrea y Paula.
-¿No vas con chicas en tu grupo?
-No- le dijo extrañado.
-¿ Irías con chicas?
-No.
-Entonces, ¿Cómo le pides de salir a una chica con la que no irías en el patio?

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