martes, 15 de noviembre de 2011

La vida de otros

"La sangre se agolpa. Primero mis mejillas, vestigios de infantil vergüenza han dejado paso a la rabia. Pura rabia, pura frustración. ¿Qué demonios pasa? . Leo esas palabras, certeras, efectivas. Y la música...ay la música!! Da en el clavo. Vuelvo de nuevo a mi cuerpo, me caigo bruscamente. ¿Por qué? . Y vuelven a estar ahí, la pared, el trozo de cristal y el de madera, torturándome con su simple existencia. Pero no, esta vez no ha sido cosa del capo, no...Veo que su rostro es bello, que su ingenio lo es todo. "


Después del trabajo, pasa por mercadona y sale de allí cargada. Con "su bolsa de la compra". Se la cuelga al hombro de las asas más largas, así soporta mejor el peso, dice. Sus músculos están magullados de pasar ocho horas sin parar de limpiar. Cuando llega a casa, su hija solo la importuna con sus cuitas del día, simples, vanas. No se da cuenta de que llega de trabajar y no se va a sentar aún. Que lleva todo el santo día haciendo faena y de pie. Sin quejas empieza a preparar la cena, mientras ponen la mesa. Durante la cena, su marido la importuna "¿Por qué no está el aceite en la mesa?, ¿Por qué no está el pan?, ¿Y la fruta?". Pero no acaba ahí, luego la increpa por no llevar la cuenta de los medicamentos para la alergia de su hijo pequeño. Sí, el mismo que ve todos los días tranquilamente las noticias. "Es que lo que yo hago, tú lo estropeas".
Después de cenar, el padre se va, deja su plato en la mesa tranquilamente y se sienta en el sofá a ver las noticias. Un poco más tarde, se va a conectar la televisión a casa de su madre.
El niño le quiere contar a su madre lo que ha hecho en el instituto, y hoy está especialmente efusivo y cariñoso. Su madre no está para aguantarlo. Su madre solo se quiere sentar y descansar las piernas, porque le duelen tanto que no puede dormir. Se levanta todos los días a las seis, con su hija, la acompaña todos los días al tren. Y cuando deja a su hija, empieza la jornada de su niño pequeño, lo despierta a las siete, lo alista y lo acompaña al autobús que le lleva al instituto. El fin de semana. Es un caos. El sábado le sale el dolor de espalda de toda la semana. Por la mañana no para, compras arriba, compras abajo y la faena de casa. El domingo. Ah! Hace faena, pero más relajada. No tiene que correr, no se va a ningún sitio. Plancha con música, a la luz de un flexo adosado a la pared. Pero durante la cena :"¿Pizza para cenar? Cómo cuidas la alimentación de tus hijos..."

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