jueves, 21 de marzo de 2013

Valiente

Vienes corriendo a la estación. Tu casa está a escasos cuatro minutos y por supuesto, te has dormido. Has saltado de la cama. Has dado un bote superlativo que ha hecho temblar todas las capas de la tierra. Vas a la cocina, tragas el café y te acuerdas de que de algo te tienes que quejar. Bien, pasamos a "la toilette".
Descartas ponerte guapo, hacer como que domas tus rizos con cera de Deliplus (Shhh!). Metes la cara bajo el chorro de agua (fría, sino es como una leve caricia que no te deja ver el mundo cruel). Miras tu imagen en el espejo y te reconoces zombi, zombi y amarillo. Tu abuela te bombardearía ahora mismo.
La abu no puede comprender que te pasaste hasta las 3 AM hablando con la chiqui del mes. Bueno, hasta el fin de semana, tienes tiempo de recuperar esa cara de poeta. ¿Cuándo saltamos al circo, con los leones?. Eres Máximo Décimo Meridio y ellas lo saben.

Volviendo a la máquina infernal... son las seis de la mañana. Coges (consigues atrapar) el tren de las 7. 40. Echas una mirada al vagón, a ver si hay alguna belleza despeinada y ojerosa. Como no hay ninguna, te sientas solo en medio del vagón, a ver qué sucede. El amanecer se enciende rosado y piensas que hace mucho que estás estable. Que estás gris-marrón y no te molesta.
Una mujer sube en la tercera estación con un crío medio dormido en un carro. Siete estaciones después, el mismo niño empieza a berrear como si se fuera a acabar el mundo. Tus auriculares ya son bastante penosos como para encima competir con unas lágrimas de cocodrilo de proporciones falleras. "Esos pulmones debe haberlos parido el mismísimo Pavarotti".
Por si fuera poco, dos sujetas de 14 años muy mal llevados hacen acto de presencia. Su móvil dice que les des más gasolina. Ellas te miran, sabedoras de tus atenciones. El móvil entre las tetas, no sería un  mal resonador si la música no fuese una mierda. Cleopatras de medio pelo, no gustáis nada. El vagón entero las mira, esperando su extinción inminente. Llegamos a la estación siguiente y nada.
A la gasolina, el berreo infantil y el traqueteo del viejo cercanías se le suman mujeres mayores, de voz despiadada. Amas de casa, que se van de viaje a Madrid. "¡Todas a ver el Guggenheim!". Quieres bajarte ya. Pides que el día no se te haga muy largo.
Tu móvil tiembla de frío y sin batería. Tú porque te has dejado el cargador y el bocadillo. Te llevas la mano a  la chaqueta. Todo en su sitio. Bajas a las mil y una escaleras, de un tren a otro. Una chica aparece por detrás de ti y te aprieta el culo. OH, ambrosía de mi vida! Un poco de amor!! Gafas de pasta, os presento a vuestra nueva musa. Sigues mirando mientras su cola de caballo se aleja coqueta. Y te mira, con esos ojos negros de gata de La3, pirsin de aro RAEro', RAEro'. Se aleja. Deslizas la mano al bolsillo trasero antes de presentarle tus respetos a la máquina chequeadora del metro. Vacío, absoluto.
No ves ninguna coleta sensual. Tu ego castigado un mes más...

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